domingo, 10 de abril de 2016

EL ROGAROU


“Rougarou” es el nombre con que, dentro del folclore norteamericano, se denomina al mismo tipo de hombre-lobo que, en la mitología de ciertas comunidades francesas, se conoce como “loup-garou”, nombre compuesto por loup, que significa “lobo”, y garou, palabra que expresa la idea de un hombre que se transforma en animal.
“Rougarou” y “loup-garou” designan así a la misma criatura, no obstante en el folclore de Norteamérica el mito adquirió ligeras particularidades, por lo que es mejor hablar de “rougarou” para evitar confusiones, aunque en la práctica se sigan usando ambos nombres indistintamente.
En cuanto a su aspecto, el rougarou luce como un ser con cuerpo de hombre y cabeza de lobo. Dicen que vaga por los bosques y campos buscando a su presa en la oscuridad de la noche, que sus ojos son rojos y están inyectados de sangre, que puede correr de pie aunque suele merodear acechante a cuatro patas, deteniéndose y olfateando hacia izquierda y derecha en actitud depredadora; y, sobre todo, dicen que está sediento de sangre.
El rougarou en el folclore de Luisiana
Fueron los misioneros y colonos franceses quienes, al llegar a Luisiana (actual estado sureño de Estados Unidos situado en el delta del río Misisipi) en el siglo XVII, trajeron con ellos la creencia en el loup-garou, el cual fue principalmente conocido, tiempo después, como “rougarou” aunque siempre se le ha llamado de ambas formas, sabiéndose que los dos nombres hablan de la misma criatura. Según el estudioso Barry Jean Ancelet, la leyenda del rougarou es bastante común en Luisiana, zona en donde muchos se refieren al rougarou simplemente como el “monstruo”.
En las comunidades cajún, grupo étnico formado de exiliados de Acadia (antiguas colonias de Nueva Francia) en el s. XVIII, de Luisiana se cree que el rougarou ronda por los pantanos alrededor de Acadia y la Gran Nueva Orleans. Dentro de estas comunidades la leyenda se usó por generaciones como un instrumento para controlar a los niños, a quienes sus mayores les decían que el rougarou vendría a devorarlos si se portaban mal, cosa que no resultaba poco creíble para los niños teniendo en cuenta que, entre los mismos adultos, estaba difundida la creencia de que aquel que rompiese las reglas religiosas de la Cuaresma por siete años seguidos se transformaría en un rougarou.
Cierta versión de la leyenda dice que el rougarou es un hombre que ha sido condenado a una maldición de 101 días en los cuales, durante el día, se ve constreñido a ocultar su situación y a alejar toda sospecha de él para así no correr el riesgo de ser asesinado. Durante esos 101 días el rougarou se alimentará de sangre y asesinará animales, sobre todo vacas y cabras por ser éstas presas fáciles. Sin embargo lo peor de todo viene al final de los 101 días, momento en el cual necesitará beber la sangre de otro ser humano para así volver a ser normal de nuevo después de haberle pasado la maldición a aquel miserable que usó para sanarse, el cual a su vez buscará a otro ser humano al final de sus 101 días de rougarou y así la maldición perdurará a través de los tiempos indefinidamente…
Los primeros colones franceses trajeron desde su país natal la leyenda del loup-garou que posteriormente evolucionó hasta formar la palabra rougarou. Otra versión mucho menos difundida en Luisiana dice que el rougarou es un tipo de jinete sin cabeza e incluso hay cierta versión que plantea que el rougarou es un producto de la brujería puesto que un rougarou sólo puede, o bien ser una bruja que se transformó a sí misma en rougarou, o bien ser alguien que fue maldecido por una bruja y, a consecuencia de esa maldición, se transformó en rougarou.
Finalmente y aunque sólo como elemento del folclore actualmente muerto, existió alguna vez la creencia abiertamente absurda de que a veces, en las noches oscuras y llenas de fuerte viento, los rougarous iban, sobre lomos de murciélagos gigantes, a reunirse un extraño baile en el que participaban gran cantidad de estos hombres lobo…
El rougarou en el folclore nativo americano
Aunque los nativos se refieren al licántropo como “rugaru” (muy parecido a “rougarou”), aquel nombre no expresa palabra alguna propia de la lengua ojibwa ni está vinculado a ningún idioma propio de tribus nativas cultural o geográficamente cercanas; mas, como sí se ve, tiene mucha semejanza con el francés “loup-garou”.
En el folclore de los nativos americanos existe la leyenda del wendigo, leyenda que fue relatada en una corta y popular historia de Algernon Blackwood. En la historia de Blackwood, toda persona que tenga la desgracia de ver a un wendigo será convertida en uno de estos infames y monstruosos seres.
Semejante a la versión del wendigo de Blackwood es aquella versión de la leyenda del rougarou según la cual toda persona que vea a un rougarou se transformará en uno de ellos y tendrá que vagar indefinidamente por los bosques en ese estado.
Podría así surgir la impresión de que ambas leyendas están unidas pero, según el especialista Peter Matthiessen, el rougarou es una leyenda independiente y su principal diferencia con el wendigo es que, mientras que el wendigo es temido y está primordialmente asociado a la esfera del terror, el rougarou es considerado por los nativos como un ser sagrado que está en sintonía con la Naturaleza y la Madre Tierra.
Algunas veces la gente ha creído erróneamente que el rougarou podría tratarse de Pie Grande, pero los especialistas descartan la existencia de elementos a partir de los cuales se pueda postular dicha identificación en el marco del folclor indígena o nativo.

http://www.escalofrio.com/n/Hombres_Lobo/El_Rougarou_-_Hombre_Lobo_Norteamericano/El_Rougarou_-_Hombre_Lobo_Norteamericano.php

viernes, 8 de abril de 2016

LAS MANOS NEGRAS DEL ORBIGO


El 10 de abril de 1978, 45 niños gallegos y 4 adultos que volvían de excursión a Vigo encontraron la muerte ahogados en el río Órbigo cuando el autocar en el que viajaban se precipitó por un puente de la actual N-525 a su paso por Santa Cristina de la Polvorosa (Zamora). Fue el accidente de autocar más grave de los registrados hasta ahora en España. En el verano de 1991, una familia de Vitoria aparca su roulotte debajo del mismo puente sin saber que allí ocurrió la tragedia. Tras la cena, la madre y los niños duermen en la caravana y el padre lo hace fuera en una tienda de campaña junto a otro hijo. Por la noche, a las tres de la madrugada, la madre oye pasos ligeros fuera y cree que es un animal. Golpea la pared de chapa para ahuyentarlo. 

En respuesta, las paredes de la caravana tiemblan con fuertes manotazos, dados con rabia, como si quince o veinte personas golpearan a la vez. El terror se apodera de ellos. Quieren gritar y no pueden. Los golpes duran diez minutos. Cuando al final logran despertar a los de la tienda de campaña, el padre sale en auxilio creyendo que les roban. Entonces los golpes paran de repente. No ven a nadie. Al día siguiente, la familia queda estupefacta. Todas las paredes de la caravana tiene las marcas negras de manos pequeñas, como de niños. Incluso en el techo. Cuando cuentan lo ocurrido en el pueblo, un vecino no muestra ninguna extrañeza. Dicen que decenas de campistas han escuchado allí sonidos de niños jugando entre risas, sollozos y, a veces gritos desgarradores.Otro misterio sin respuesta. http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2013/07/14/la_habitacion_510_del_corona_aragon_protagonista_libro_misterio_241915_310.html

jueves, 7 de abril de 2016

LA CASA DEL MISTERIO EN EL VORTICE DE OREGON


Entre los sitios curiosos y llenos de misterio en los pueblos de los Estados Unidos está El Vórtice de Oregon, la cual es una polémica atracción ubicada en Gold Hill, en Oregón. Para algunos, los escépticos, la casa construida allí en 1.904 para funcionar como una oficina de análisis de oro, lo que ofrece es pura ilusión óptica. Para los propietarios del lugar, allí se puede observar un fenómeno paranormal propio del área al ser un sitio lleno de magnetismo. En este caso, lo describen como una fuerza de succión que funciona como un remolino o una masa giratoria de aire, o en la forma de una columna visible o en espiral, como si fuera un tornado.
Esta casa es conocida como la Casa del Misterio, pero su historia data de antes de su costrucción. 
De hecho se remonta a la época de los nativos americanos pues le llamaban el área prohibida e impedían que sus caballos transitaran por allí e incluso dicen que los animales se niegan a entrar. Después en la década de los 20, un geólogo e ingeniero de minas, John Litster, fue quien realizó un análisis científico de la casa; y estaba tan sorprendido por lo que vió como para permanecer allí por el resto de su vida realizando todo tipo de pruebas. Lo que descubrió, nunca los sabremos por que quemó todas sus notas antes de su muerte ocurrida en 1959.
Los fenómenos que describen que se pueden apreciar es por ejemplo que las brújulas se comportan de forma errática y la gente que está en una posición relajada, se puede pivotar hacia adelante y hacia atrás con un intervalo de 22 segundos . Otro efecto evidente es el de los cambios aparentes en el tamaño de los objetos y las personas. En algunas áreas del vórtice, cuando dos personas se colocan uno frente a otro, a lo largo de un plano norte - sur, cada persona va a ser más baja cuando se encuentra en el lado izquierdo en comparación a cuando se encuentra a la derecha. El vórtice se clasifica como un punto de misterio, en donde algunas leyes de la física están temporalmente detenidas como resultado de una confluencia de los campos magnéticos.

http://escapadasyvacaciones.blogspot.mx/2012/09/la-casa-del-misterio-en-el-vortice-de.html

martes, 29 de marzo de 2016

CROATOAN


La historia de la primera colonia inglesa de Norteamérica sigue fascinando a investigadores y cronistas a lo largo de los últimos 400 años.. La historia comienza en 1585, cuando el comandante Arthur Barlowe, junto con un pequeño grupo de pioneros arribó a la isla de Roanoke, frente a las costas de la actual Carolina del Norte, EE.UU. A pesar de que en un primer momento la relación con los nativos no era mala, pronto se truncó y comenzaron las tiranteces; así que cuando el corsario Sir Francis Drake arribó a la isla en 1856, el pequeño grupo de expedicionarios partió rumbo a Inglaterra con el pirata. Poco después, Sir Richard Grennville volvió a Roanoke con provisiones para el pequeño grupo de colonos, pero al no encontrar allí a nadie volvió a Inglaterra no sin antes dejar en la isla a un grupo de 15 soldados para mantener la guarnición. 

Se cree que este pequeño grupo sufrió las acometidas de los indios locales y partió rumbo a Inglaterra, sea como fuere, nunca mas se volvió a saber acerca de estos 15 hombres. Un año después, el 22 de julio de 1587, un grupo de 118 colonos (90 hombres, 17 mujeres y 11 niños) llegaron de nuevo a Roanoke, con la intención de llevar a cabo un segundo intento de colonizar la isla y establecer un asentamiento permanente en las Américas. El viaje estaba comandado por John White (que ya había estado en la primera expedición a la isla), financiado de nuevo por el magnate Sir Walter Raleigh y bajo el patrocinio de la corona inglesa. El día 18 de agosto nació el primer niño ingles en América, fue en realidad una niña, Virginia Dare, hija de Eleonor W. Dare y nieta de John White. Las primeras semanas después del asentamiento de los colonos todo se prometía, cuanto menos, esperanzador. Las relaciones con los clanes indígenas no parecían ser hostiles. La tribu de los Croatoans se mostraba bastante colaboradora con el asentamiento inglés y la tribu de los Secatoans, si bien se mostraban mas reacios, tampoco parecían manifestarse hostiles, aunque se habían negado a reunirse con los ingleses. Sin embargo los problemas comenzaron a finales del mismo año 1587, cuando el colono George Howe apareció muerto en una playa cercana cuando había salido solo a cazar cangrejos. Pronto se especuló con la posibilidad de que alguna de las tribu de la isla le hubiese asesinado, así que ante el desagradable acontecimiento, y unido a que los recursos de la colonia comenzaban a escasear, John White dejo atrás a su hija y su nieta y se embarcó rumbo a Inglaterra para informar a la reina Isabel I y recoger algunos suministros. Cuando White regresó a Londres, se vio atrapado en la capital británica por la guerra contra España y la falta de fondos por parte de la corona. Pronto se percato que volver a Roanoke no seria posible hasta que la contienda terminase.

 Pasaron tres largos años hasta que John White pudo poner pie de nuevo en la isla de Roanoke, fue el 18 de agosto de 1590, justo cuando su nieta cumplía 3 años… y entonces comenzó el misterio. Y es que lo que White se encontró a su regreso, fue que los 117 colonos que había dejado allí hacia tres años, habían desaparecido sin dejar rastro. Las casas de dos plantas y techos de paja que se habían construido estaban totalmente desmanteladas y los establos, donde se alojaba el ganado, vacíos. Lo único que los colonos habían dejado en el lugar fueron dos tumbas (una de ellas probablemente perteneciente a George Howe), una misteriosa palabra escrita en uno postes de la fortaleza “Croatoan” y las letras “Cro” talladas en la corteza de un árbol cercano. Eso fue lo único que quedó de una población de mas de 100 personas. No había indicios de batalla ni hambre y no se encontró tampoco ninguna cruz maltesa (signo que se había pactado con los colonos para determinar que habían sido victimas de un ataque foráneo). Todo esto hizo suponer a White que los colonos se habrían mudado a la capital de la tribu de los Croatoans y allí mezclado con la población local; no pudo comprobarlo. Una gran tormenta se abalanzó sobre el poblado poniendo en grave peligro tanto a la expedición, como al buque que les había llevado a Roanoke. 

El capitán del barco advirtió a White que debían partir de manera inmediata si querían conservar sus vidas y la integridad del navío. Regresó a Inglaterra y comenzó así la leyenda de la “colonia perdida” que aun hoy en día permanece en el misterio. Las hipótesis se sucedieron desde entonces tratando de encontrar una explicación sobre el destino y el paradero de la “colonia perdida”. La primera idea fue que los colonos, ante la falta de provisiones, se mudaran a la capital de los Croatoans. Esta idea no es concluyente, pues no se sabe por que alguien escribió solo “Cro” en uno de los arboles, lo que podría indicar que la colonia se había ido de manera tan apresurada que, quien fuera, no fue capaz de terminar de escribir el mensaje. Se especuló con la posibilidad de un ataque externo, bien por parte de los nativos o de los españoles, pero tampoco es concluyente por que no se halló ninguna cruz de malta en el asentamiento (lo que indicaba que habían sido victimas de un ataque). La posibilidad de que los colonos hubiesen decidido emprender el viaje de vuelta a Inglaterra tampoco es concluyente, pues hubiesen dejado constancia de sus planes y de la fecha de su partida. Se barajó la posibilidad de que hubiesen sucumbido al ataque de alguna tribu caníbal (de ahí que no se encontrasen restos de seres humanos), pero es muy poco probable pues no se tiene constancia de la existencia de ningún clan caníbal en la zona. Recientemente se encontró una nueva hipótesis, la de que los colonos se hubiesen mezclado con la tribu de los Lombee, pues estos individuos presentan rasgos caucásicos (como tez pálida y ojos claros), pero los estudios de ADN que se llevaron a cabo en la Universidad de Texas no arrojaron resultados concluyentes. Es decir, a día de hoy, continua siendo un completo misterio la desaparición de la colonia perdida y permanece en el enigma que significaba aquella misteriosa palabra tallada en la madera “Croatoan”. Y eso no es todo, la palabra esta asociada a extrañas desapariciones de ciudadanos de EE.UU. desde la fecha, aunque en este caso, realidad y leyenda se entrecruzan de tal manera que no es posible discernir donde termina la historia real y donde empieza el mito: poco antes de su muerte en 1849, y después de unos días en que estuvo desaparecido sin que aun hoy se tenga explicación de por que, Edgar Allan Poe fue encontrado deambulando por las calles de Baltimore susurrando la palabra “Croatoan”; la misma palabra se encontró garabateada en la revista de Amelia Earhart después de su desaparición en 1937; tallada en el poste de la cama donde el celebre autor de historias de terror Ambrose Bierce durmió antes de su desaparición en Mexico en 1913; rayado en la pared de la celda donde el famoso asaltador de diligencias Negro Bart habitaba antes de ser puesto en libertad y desaparecer en 1888; escrito en la ultima pagina del diario de a bordo del buque Carroll A. Deering cunado encallo, sin nadie a bordo, en el cabo Hatteras (no muy lejos de lo que había sido Roanoke Island) en 1921… La ultima hipótesis es la menos aceptada al implicar cierto grado de explicación sobrenatural. Y es que esta tesis aboga por que la palabra “Croatoan” tallada en el lugar donde estaba la colonia, no era la solución al enigma, sino una pista, y que sería esta tribu quien tendría la respuesta. Los Croatoans eran un pueblo fuertemente espiritista y que llevaba a cabo rituales, según cuentan, para que los muertos volviesen de sus sepulturas y ayudar en las cosechas. 

La versión de la tribu es que por aquella época, de manera súbita, las especies de vida silvestre de los bosques comenzaron a morir de manera inexplicable. Según sus creencias, esto se debía a que se había liberado sobre la tierra un espíritu maligno y poderoso (que ellos asociaban a una especia de reptil o serpiente). Este espíritu, se habría apoderado de los colonos de tal manera que comenzaron a asesinarse y devorarse los unos a los otros y afirman que fue la propia niña recién nacida quien llevo la “plaga” a sus tierras al estar poseída por esa especie de demonio. De ser cierta la leyenda de los Croatoans al respecto de la suerte que corrieron los miembros de aquella “colonia perdida”, la celebración que aun hoy perdura en EE.UU. llamada acción de gracias, tal vez no fue un festín de pavo, sino de seres humanos. ¿Fue la colonia perdida victima del ataque de un espíritu maligno que empujó a sus ciudadanos a devorarse los unos a los otros en una “locura” similar a lo que sería una “plaga zombie“? A día de hoy, el misterio de la desaparición de 117 personas en los albores de la historia de EE.UU. sigue siendo un completo enigma.

http://www.mundodesconocido.es/croatoan-la-leyenda-de-la-palabra-maldita.html

jueves, 28 de mayo de 2015

¿ROMANOS EN MEXICO?

Acerca de una medalla «romana» de Tatatila, México

Las monedas antiguas y medievales son uno de los indicadores arqueológicos más informativos acerca de la existencia de contactos intra e interculturales, debido a que en su mayoría tienen bien establecidas las fechas de acuñación, así como los periodos y las áreas básicas de circulación. Esto, a su vez, permite determinar en términos más precisos que con otros tipos de artefactos, la época y las culturas entre las que ocurrió alguna especie de comunicación. Sin embargo, en la polémica sobre los contactos transoceánicos precolombinos, el argumento numismático ha tenido un valor muy escaso. 

Excepto el llamado «penny vikingo» de Goddard, en el Estado de Maine, discutido por Bourque y Cox (1981), hasta el presente no se ha publicado ninguna otra pieza numismática del Viejo Mundo encontrada en contexto precolombino fidedigno. Aun más, Epstein (1980), en un extenso y sutil estudio sobre 40 casos de monedas antiguas y medievales del Viejo Mundo halladas en el continente americano, ha observado que 16 de los hallazgos examinados —o sea, el 40% del número total— tuvieron lugar después de la Segunda Guerra Mundial, lo cual coincide con el «boom» del coleccionismo de tales monedas en América y hace pensar más bien en una importación y extravío recientes. Semejante posibilidad tampoco ha sido descartada por Genovés (1972: 73-75) en su investigación sobre una moneda de Ptolomeo III o IV descubierta en 1939, durante ciertos trabajos de excavación en la vieja playa de Fort-de-France, Martinica. Hasta el presente, en México se conocen unos pocos hallazgos de objetos del Viejo Mundo de posible importación precolombina (Batres 1908, Mason 1951, Heine-Geldern 1961, García Payón 1961, Hristov y Genovés 1998a, 1998b, 1999, 2001, entre otros), pero ninguno de dichos datos tiene que ver con piezas numismáticas. Afinales de 1994, el arqueólogo Mario Navarrete, entonces director del Museo de Antropología en Jalapa, llamó la atención de Romeo Hristov sobre una medalla de bronce de apariencia romana, procedente del estado de Veracruz. 

La información disponible es, lamentablemente, incompleta y no del todo fiable; no obstante, esperamos que su publicación pueda resultar de cierto interés para los arqueólogos interesados en el problema de los contactos transoceánicos precolombinos. 

El hallazgo: procedencia y descripción 

En 1991 le fue ofrecida para su venta al Museo de Antropología de Jalapa una medalla de bronce, cuya factura y estilo hacían pensar en un posible origen romano. Según su propietario, dicha medalla se descubrió durante unas excavaciones no controladas en un asentamiento prehispánico, localizado en los alrededores del pueblo de Tatatila, Veracruz (Fig. 1; posiblemente se trata del asentamiento indicado en mapa por García Payón 1971: 507, 510). Debido a la falta de relación directa con las obras de arte prehispánico exhibidas en el museo, el curioso objeto no fue comprado, pero Mario Navarrete tomó algunas fotografías que publicamos aquí (Figs. 2 y 3). La descripción del objeto es la siguiente:
Anverso. -Cabeza del emperador Antonino Pío (138-161 d.C.) de perfil hacia la izquierda, con corona de laurel. La leyenda alrededor del retrato es: IMP CAES T AEL HADR AN-TONINVS AVG PIVS. Reverso. -Una figura masculina a caballo, avanzando hacia la derecha (probablemente representación del mismo emperador) y leyenda: PONT-MAX. Gráfila punteada alrededor de la figura del jinete. Diámetro: 47 mm.

Estado de conservación: regular. 

Según la opinión de Curtis Clay, experto en monedas romanas de Harlan Berk Ltd., Chicago (comunicación personal de Romeo H. Hristov 1996), la pieza en cuestión es muy similar a dos medallas de bronce del emperador Antonino Pío (Gnecchi 1968, Tavola 48: 1-2), aunque la considerable diferencia entre el diámetro promedio de estas últimas (36 mm) y el de la medalla de Tatatila (47 mm) y, ante todo, el lugar poco común donde se efectúo el hallazgo no excluyen la posibilidad de fraude. A partir de 1995, hemos intentado localizar en diversas ocasiones al propietario de la medalla con el fin de averiguar in situ las circunstancias del descubrimiento y hacer un examen directo del objeto, para aclarar las dudas con respecto a su autenticidad. Desafortunadamente, las notas que contenían su nombre y dirección habían sido extraviadas y los intentos mencionados no tuvieron éxito. 

Discusión y conclusiones 

Si hay algo seguro con respecto al hallazgo de Tatatila, es que éste no es —o por lo menos no lo es sobre la base de los datos que tenemos por ahora— una evidencia positiva de la existencia de contactos transoceánicos precolombinos. La falta de información suficiente sobre el contexto de procedencia de la medalla, las dudas sobre su autenticidad y la ignorancia acerca de su paradero actual dejan abiertas demasiadas posibilidades de equívocos y dificultan en extremo su correcta interpretación.
De hecho, en las últimas décadas tales hallazgos no muy bien documentados han dado lugar a varias situaciones embarazosas. Por ejemplo, Buttrey (1980: 12) menciona «...una moneda romana descubierta recientemente durante las excavaciones de una tubería de agua [en una casa particular en los Estados Unidos]. Mientras que el dueño de la casa llevaba a cabo el trabajo, su vecino, profesor de estudios clásicos,lo hizo más interesante ‘sembrándole’ una moneda romana barata en un lugar donde fácilmente la pudiera encontrar —y la encontró». Andrews y Boggs (1967) describen otra confusión parecida con una figurilla de colmillo de hipopótamo, descubierta cerca de la ciudad de Colón, El Salvador, en «un suelo sin huella de disturbios a casi dos metros de profundidad». No obstante, después de una investigación cuidadosa, el objeto resultó haber sido manufacturado y extraviado a mediados del siglo XIX.
Por otro lado, también existen datos que impiden descartar a la ligera la idea de una posible importación precolombina de la medalla. Entre dichos datos hay dos que merecen una atención particular: (1) El descubrimiento de un asentamiento romano fechado entre los siglos I a.C. y IV d.C. en las islas Canarias (Atoche Peña et al. 1995). Como es bien sabido, alrededor de las islas mencionadas se originan una serie de corrientes marítimas que podían haber arrastrado algún barco antiguo hasta las Antillas o el Golfo de México, como ha sucedido varias veces desde el siglo XVI en adelante (Alcina Franch 1955: 878, 1969: 16-17).
(2) El origen y la cronología de la medalla de Tatatila son muy similares a los de una cabecita de terracota de aparente origen romano, descubierta en una ofrenda funeraria de México central (García Payón 1961, Heine-Geldern 1961). Tanto la hipótesis de importación transatlántica precolombina de la cabecita, como la cronología del siglo II o III d.C., sugerida por su análisis estilístico, se han visto reforzadas por una investigación reciente (Hristov y Genovés 1999, Schaaf y Wagner 2001, Hristov y Genovés 2001); no obstante, las lagunas en la información actual sobre la medalla hacen imposible elegir, objetiva e imparcialmente, entre las diferentes posibilidades de cómo y cuándo pudo haber llegado a México.

Revista Española de Antropología Americana 213
2005, vol. 35, 207-240

miércoles, 13 de mayo de 2015

EL MISTERIO DE LA BIBLIA MALDITA


La Edad Media es una época que, a día de hoy, guarda un halo de oscurantismo favorecido por los escritos que aún se preservan de la época. Precisamente uno de estos truculentos libros es el «Codex Gigas», una gigantesca Biblia cuya autoría se desconoce y que, según cuenta la leyenda, fue escrita por el mismísimo Lucifer. Así lo afirman, al menos, varios medios internacionales como el «Daily Mail», donde también se ha señalado que la historia de esta tétrica y misteriosa obra de arte ha logrado volverse viral en las diferentes redes sociales.
Actualmente, de esta Biblia se sabe que sus gigantes dimensiones (92 × 50,5 × 22 cm) la convierten en el libro medieval más grande hasta la época. A su vez, se sabe que fue elaborada en el SXIII por un único hombre, que pesa 74 kilogramos (lo que hace que deba ser manipulada entre dos personas) y que, a día de hoy, se encuentra en un museo de Estocolmo.
Sin embargo, no se conoce a ciencia cierta quién fue su autor -en sus páginas únicamente se encuentra un tipo de letra- y cómo logró escribir sus 624 páginas sin mostrar ningún signo de fatiga a la hora de escribir cada carácter (algo que han determinado los expertos en base a la excelente caligrafía). Finalmente, también se desconoce por qué aparece dibujado en su interior un gigantesco diablo.
La extraña leyenda
Tan desconcertante es el origen de este libro que cuenta con su propia leyenda. Esta empieza con un monje al que, tras saltarse sus votos, sus compañeros le impusieron el castigo de escribir una gigantesca Biblia para su monasterio en una sola noche.
En caso contrario, sería ajusticiado y bajaría directamente al infierno. Nuestro protagonista comenzó con mucha motivación su tarea pero, al darse cuenta de que era un trabajo imposible, decidió vender su alma a Satanás a cambio de que le ayudase a terminar su objetivo. Lucifer puso una última condición: debía dibujar un gran diablo en las páginas interiores del libro.
Con todo, esto no es más que una leyenda y, lógicamente, los expertos abogan por la teoría de que el «Codex Gigas» fue elaborado por un monje que se recluyó durante un mínimo de 5 años. A su vez, no son pocos los historiadores que apoyan la teoría de que el copista pudo ser castigado a crear este gigantesco libro como penitencia por haber cometido algún pecado.
Con todo, uno de los misterios que no desvelan estas teorías es cómo le fue posible a este monje usar siempre el mismo tipo de tinta en todas sus páginas (cuando era habitual que este fuera cambiando con el paso de las semanas).
A nivel temático, el «Codex Gigas» contiene cinco textos en su interior, a los que se añade la Biblia. El libro comienza con el Antiguo Testamento y es seguido por obras del S.I d.C. elaboradas por el historiador Flavio Josefo. Finalmente, termina con el Antiguo Testamento.
A día de hoy, sus páginas están custodiadas por la Biblioteca Nacional de Estocolmo, lugar desde el que se afirma que el libro pudo ser elaborado en un monasterio benedictino de Bohemia a principios del S.XIII.

http://www.abc.es/cultura/20150512/abci-biblia-maldita-lucifer-codex-201505121425.html

LA PIRAMIDE DEL FASCIO


A la mente sobrevienen las pirámides construidas en tiempos de los faraones en Egipto o en las culturas precolombinas como la maya y la azteca. Pero sí, excepciones las hay y no tan lejanas en el tiempo. En el puerto del Escudo se asienta una grandilocuente pirámide que honra a los soldados italianos que murieron en batalla en la campaña de la toma de Santander. En los más de trescientos nichos, ya no quedan ni los huesos que fueron expatriados hace tres décadas. El Monumento a los Italianos fue mandado construir por Franco.
Noam Chomsky, a sus cortos doce años, escribió una pequeña historia sobre la Guerra Civil Española que más bien, era «un lamento por el surgimiento del fascismo». Benito Mussolini, el 'Duce', envió soldados italianos para ayudar a la victoria de la sublevación militar contra la II República encabezada por el general Franco. En el puerto de El Escudo, una vez superada la cima a 1.011 metros de altitud, se alza una fantasmagórica pirámide, conocida como el Monumento a los Italianos. De aquella ofensiva en 1937 para la toma de Santander ('liberar' según la terminología de los nacionales) fallecieron en combate más de tres centanares de soldados trasalpinos. Franco ordenó levantar en 1939 esta mole donde serían enterrados los súbditos de Mussolini. En los nichos y tumbas ya sólo queda un lúgubre recuerdo, porque a mediados de los 70 fueron repatriados los huesos a Italia.
La pirámide, que se yergue como mudo testimonio de una guerra fraticida, aún no ha sido demolida. Está situada en un descampado, sutilmente rodeado por pinos y circundado por alambre de espino. Varios carteles recuerdan que se trata de un coto privado de caza, por lo que el paso está, en un principio, prohibido. No es necesario acercarse al pie de la construcción para sentir escalofríos por su singularidad y por lo que representa. Sus dimensiones, unos 20 metros de altura, y preguntarse qué hace un monumento así en un lugar como ese o cuál es el significado de la gigantesca letra 'M' que preside el conjunto, convierten a la pirámide en una visión lisérgica de la historia de España. La respuesta la encontrarán aquéllos que se acerquen hasta la estructura y accedan al interior. La imagen es sobrecogedora: ante los ojos del visitante se desplegan 360 nichos, todos vacíos, pertenecientes a otros tantos soldados italianos que, en el verano de 1937, colaboraron con las tropas golpistas de Franco en lo que debía ser la conquista de Santander. En el sótano se localizan otras 12 tumbas, más espaciosas, pertenecientes a los oficiales que también fenecieron en la batalla que tuvo lugar en estos mismos terrenos del puerto de El Escudo. Conocido esto, el significado de la citada 'M' de la pirámide queda al descubierto: es la 'M' de Mussolini, ideólogo del fascismo dentro de Italia, y dictador que durante su mandato estableció un régimen cuyas características fueron el nacionalismo, el militarismo y la lucha contra el comunismo, combinadas con la estricta censura y la propaganda estatal. Mussolini se convirtió en un estrecho aliado de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. El conde Galeazzo Ciano, yerno del dictador y ministros de Exteriores, se acercó a estos parajes aledaños al embalse del Ebro en 1939 para supervisar los entierros de los soldados fascistas italianos. La pirámide fue mandada levantar por Franco dos años antes, en 1937, y en su construcción participaron, como era habitual, prisioneros republicanos. La construcción poliédrica es un vestigio del pasado más cercano, un túmulo que, desprovisto de su significado político, puede parecer una excentricidad de las que pueblan las carreteras de España.
Debido a su valor estratégico en la proximidades del puerto tuvieron lugar significativas acciones militares. La más importante de ellas fue durante la contienda civil, en el que un importante frente republicano de 22 batallones estuvo apostado en las alturas del Escudo para impedir el paso a Cantabria del bando nacional. Tras la caída de Bilbao y de su 'Cinturón de Hierro' y durante la batalla de Santander fuerzas nacionales apoyadas por tres divisiones italianas capturaron la posición el 17 de agosto de 1937 permitiendo el avance hacia Santander, que es tomada nueve días después. Luena fue zona de paso de contingentes militares republicanos hacia las líneas del frente de la zona de Burgos. Además sufrió en su suelo la batalla por el control del puerto de El Escudo en la que la División 23 de Marzo italiana venció a la División 55 Montañesa de Choque. Antes de llegar a la capital cántabra, los italianos alcanzaron la capital municipal, San Miguel de Luena
La intervención de Mussolini en España tuvo un alto precio en vidas humanas. Los muertos italianos pronto se convirtieron en mártires, trofeos de la causa fascista. Sus lugares de reposo fueron, muy pronto, convertidos en 'ambientes de memoria' y presencia fascista en España. Las ceremonias funerarias y los homenajes de agradecimiento por su contribución a la causa de los rebeldes fueron auténticos esfuerzos para mantener viva una memoria de los vencedores, una historia y un recuerdo que era la que le interesaba perdurar y mantener al régimen franquista. Fueron unos espacios en los que se intentó, a través de monumentos, capillas votivas, epitafios, pinturas, cipos, cruces y símbolos fascistas, perpetuar un recuerdo selectivo, el de los vencedores sobre los vencidos, para intentar que nunca cayera en el olvido. El Monumento a los Italianos del puerto de El Escudo, un ejemplo auténticamente paradigmático, se mantiene aún en pie con una 'M' monumental de Mussolini: «¡Creer! ¡Obedecer! ¡Combatir!».

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